Viaje «Museo de Cuenca y mina de lapis specularis de la Mora Encantada»
Recientemente tuvimos la oportunidad de conocer la Cuenca Romana, accediendo a tres importantes ciudades romanas; Valeria, Ercávica y Segóbriga, y a la magnífica villa de Noheda, de la mano de grandes especialistas.
Con este tercer viaje a Cuenca os proponemos completar esta visión con una inmersión en las colecciones procedentes de estos importantes yacimientos: estatuas, fragmentos de columnas, capiteles, cerámicas, vidrio, orfebrería y monedas, que conserva el Museo de Cuenca, de la mano de su director, Miguel Contreras.
También tenemos prevista la visita a una de las minas romanas de lapis specularis, que en torno al siglo I de nuestra era supusieron la fortuna económica para esta comarca, la Mina de la Mora Encantada, en Torrejoncillo del Rey. Estas minas fueron abandonadas a lo largo del siglo II y prácticamente no se realizaron trabajos extractivos en ellas hasta nuestros días, por lo que los minados romanos se mantienen prácticamente intactos, tal como fueron abandonados, localizándose numerosos indicios y registros que han permitido su estudio e interpretación.
Como complemento, a primera hora de la tarde, visitaremos el recientemente creado Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha acompañados de uno de sus paleontólogos. Este museo, de carácter regional, cuenta con un número significativo de piezas de los yacimientos de Las Hoyas y Lo Hueco que ponen en valor su singularidad. Destaca su vocación de transmisión al gran público con una colección importante de reproducciones 3D y tecnologías didácticas y lúdicas.
Crónica del viaje
El sábado 9 de noviembre de 2024, un grupo de 40 socios del AMAN emprendió un viaje cultural a la provincia de Cuenca con el objetivo de sumergirse en su rica historia arqueológica y paleontológica.
La jornada comenzó temprano (estábamos convocados a las 7:15 h. en la puerta del Museo Arqueológico Nacional), lo que permitió que sobre las 9:30 pudiéramos llegar a la localidad de Torrejoncillo del Rey para adentrarnos en la Mina de la Mora Encantada, un vestigio excepcional de las minas romanas de lapis specularis (yeso cristalizado de gran transparencia que puede exfoliarse en láminas finas de amplia superficie). Estas minas, activas en el siglo I d.C., fueron clave en la economía de la zona gracias a la explotación de este yeso traslúcido utilizado en el cierre de ventanas en el Imperio Romano. Tal como atestigua Plinio el Viejo, el lapis specularis de Hispania se localizaba en una extensión de cien mil pasos romanos (147 kms.) alrededor de la ciudad de Segóbriga (Saelices, Cuenca), debiendo esta ciudad romana su fortuna a ese mineral. A lo largo del recorrido por los túneles prácticamente intactos desde su abandono en el siglo II, se pudieron apreciar los métodos de extracción y los restos dejados por los mineros de la época, en un entorno que nos transportaba a otro tiempo.

Lapis specularis en el Imperio romano
Esta mina, denominada TR-1, es la mayor del complejo, con más de un kilómetro de galerías y en su día contó con 3 niveles de explotación. La entrada se sitúa en el edificio que hace las funciones de centro de interpretación y recepción de visitantes, por una escalera tallada en la roca, siendo los últimos peldaños originales de época romana. Esta estructura nos conecta con la sala principal de la visita: la Sala de Pedro Morales, denominada así por su descubridor, en la que la luz cenital artificial imita perfectamente la que tendrían los mineros en época romana. De ella parte una compleja y estrecha red de corredores y galerías de las cuales pudimos recorrer una pequeña parte, convenientemente pertrechados con un casco blanco que nos facilitaron para proteger nuestras cabezas. En nuestro paseo por los túneles pudimos ver también algunos quirópteros durmiendo plácidamente entre los afloramientos del conocido popularmente como “espejuelo” o “cristal de Hispania”.

Mina de la Mora Encantada: bajada y pozo de extracci´ón (Foto María José Calvo)
La mina mantiene una temperatura estable todo el año entre 10º y 15º C y cuenta con dos pozos mineros de extracción de sección rectangular. En los alrededores de la misma se encuentran los restos arqueológicos de un “centro de procesamiento” del mineral y una zona de reparación del instrumental metálico usado por los mineros.

Afloramiento de lapis specularis (Foto María José Calvo)
Tras esta primera parada, nos dirigimos al Museo de Cuenca, donde su director, Miguel Contreras, nos recibió y guió magníficamente a través de las fascinantes colecciones procedentes de los yacimientos de la región. Dada la imposibilidad para llegar hasta el museo en autobús, el vehículo nos dejó en El Castillo (así se denominan los restos de la antigua muralla árabe), lo que nos permitió dar un corto pero magnifico paseo hasta el museo por la calle San Pedro, rodeando las hoces del rio Huécar y admirando unas vistas inigualables.

Vista de Cuenca desde la calle San Pedro (Foto María José Calvo)
El Museo se ubica en el casco histórico de la ciudad, en la llamada Casa del Curato, ya que en el siglo XIX y hasta 1930 fue Casa Rectoral de las parroquias de San Martín y Santiago. Es un edificio del siglo XIV que conserva restos de su primitiva construcción gótica y de un artesonado del siglo XV decorado con las armas de las familias Luna y Albornoz, y que en el siglo XVI fue albergue del Tribunal de la Inquisición conquense. El actual museo se crea en 1963 para acoger los fondos procedentes de la ciudad romana de Valeria, donde D. Francisco Suay, maestro y alcalde del pueblo, inició la recopilación de objetos romanos procedentes de dicho lugar así como otros fondos donados y piezas procedentes de las excavaciones arqueológicas que por aquellos años se realizaron en la provincia.

Visita al Museo de Cuenca con su director, Miguel Contreras (Foto Belén Martínez)
Las colecciones del Museo de Cuenca se agrupan en tres secciones: Arqueología, Bellas Arte y Enología, pero en sus tres plantas de exposición permanente, debido a la falta de espacio, solo se exponen piezas arqueológicas y alguna de Bellas Artes. La exposición recorre la historia de la provincia de Cuenca desde el Paleolítico al siglo XX. Magníficamente conducidos en dos grupos separados, pudimos conocer piezas tan importantes como el Idolo de Chillarón (1800 – 1500 a. C.); el cetro ecuestre del siglo V a. C. de Puebla del Salvador, la cabeza de Lucio César tallada en mármol de comienzos del siglo I de Ercávica; la Venus de Noheda de la segunda mitad del siglo IV; los pendientes de oro, plata y bronce, con vidrio y pasta vítrea del siglo VII procedentes de la necrópolis de los Balconcillos; o el capitel islámico del siglo X procedente de la plaza de Mangana de Cuenca. Personalmente quedé fascinada por la originalidad del pasarriendas romano de Valeria y de un amuleto visigodo de jade (Villaverde y Pasaconsol).

Grupo AMAN a la salida del Museo de Cuenca
Entre explicaciones y preguntas, llegó la hora del almuerzo. Con un poco de retraso, nos trasladamos hasta el restaurante Natura Bistró, donde degustamos un menú a base de productos de la tierra (croquetas de boletus, torreznos con emulsión de ajoarriero, solomillo, bacalao al pilpil,…) regados con caldos de la misma procedencia. La comida transcurrió entre anécdotas y animadas conversaciones, tan distendidas que se pasó el tiempo volando para acudir a nuestra siguiente parada: el Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha (MUPA). Afortunadamente, el restaurante y el museo estaban en el mismo complejo, lo que nos facilitaba bastante las cosas.

Restos óseos de dinosaurio saurópodo (Qunkasaura Pintiquiniestra) del yacimiento de Lo Hueco (Foto María José Calvo)
En este Museo, dos de sus paleontólogos nos guiaron por las salas de su impresionante colección, que abarca 550 millones de años de la historia de La Tierra. Destacaban los fósiles procedentes de los yacimientos de Las Hoyas (20.000 ejemplares que representan unos 130 géneros de organismos) y Lo Hueco (más de 12.000 ejemplares de organismos de hace unos 75 millones de años entre los que se encuentran esqueletos parciales de algunos dinosaurios de grandes dimensiones), dos enclaves de gran relevancia científica. Hay que decir que, para los profanos en estas temáticas, es de gran ayuda el árbol filogenético que se encuentra en el pasillo de entrada, ya que permite ubicar distintas especies según han ido apareciendo sobre el planeta, así como los hitos que han significado el auge y la extinción de muchas de ellas. Además, la tecnología interactiva del museo permitió a los visitantes acercarse de manera didáctica y lúdica a los seres prehistóricos que poblaron esta tierra hace millones de años. En este sentido, resulta muy apropiado que la zona exterior del edificio la hayan convertido en un Parque Paleontológico con réplicas de dinosaurios, como complemento didáctico, divulgativo y lúdico para el Museo, que nos permitió disfrutar de un atardecer “jurásico”.

Atardecer en el Museo Paleontológico (Foto María José Calvo)
El día concluyó con el regreso al punto de partida, dejando en todos los participantes la sensación de haber viajado en el tiempo a través de las huellas de antiguas civilizaciones y formas de vida extintas. Un viaje breve, pero intenso, que permitió descubrir la riqueza patrimonial de Cuenca desde múltiples perspectivas.
Gracias a los Amigos del MAN, a los Museos y a las personas que organizaron la visita.
María José Calvo Martín