Viaje a Menorca talayótica
Bajo el título de “Menorca Talayótica, una odisea ciclópea insular” ha sido inscrito oficialmente el patrimonio arqueológico de la isla de Menorca en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO el 18 de septiembre de 2023, durante la 45º Sesión del Comité del Patrimonio Mundial celebrado en Riad (Arabia Saudí), reconociéndole así su valor universal excepcional.
Desde al menos 1.600 a. C. hasta la llegada de los romanos en 123 a. C., la Prehistoria insular muestra una evolución arquitectónica singular, con las conocidas navetas, construcciones funerarias colectivas, y los talaiots, torres troncocónicas de piedras en seco, cuya función principal era la vigilancia del territorio, acompañados de cuevas funerarias excavadas en los acantilados de calas y barrancos, hasta llegar, a partir del 650 a. C., en llamado período post-talayótico, a los santuarios de taula, recintos de planta de herradura y fachada cóncava acompañados de poblados de casas circulares.
Fenicios y griegos, cartagineses, romanos, vándalos y bizantinos, musulmanes, franceses y británicos, ayudaron a moldear la historia de la isla a lo largo de casi tres mil años, dejando constancia de su presencia.
En el mes de octubre de 2024 visitaremos la isla, con un rápido recorrido por una muestra representativa su patrimonio arqueológico, ya que es imposible recorrer sus más de 1.500 yacimientos
Crónica del viaje a Menorca talayótica
Que este viaje de AMAN iba a ser especial estaba bien claro. Lo primero era el punto de encuentro, la T4 de Barajas, lo segundo la hora, las 6:40. Íbamos lejos y había mucho que ver. AMAN llevaba mucho tiempo preparándolo con motivo de su reciente incorporación al Patrimonio Mundial. Gracias a colegas y amigos y con la colaboración y buena disposición de instituciones y empresas, se diseñó un viaje a Menorca con un programa de visitas excepcional que los afortunados viajeros recordaremos para siempre.

Museo de Menorca, Mahón (Foto Belén Martínez)
Aterrizamos en Mahón y sin más dilación subimos a los dos microbuses que iban a ser nuestro nicho ecológico (y el de las manzanas, plátanos y agua de los tentempiés) en los días siguientes para comenzar visitando el Museu de Menorca, situado en pleno centro de la ciudad en el convento de San Francisco, con sus interesantes colecciones distribuidas alrededor de un sobrio claustro y una última reforma museográfica que abrió sus puertas en 2018.
Fuimos recibidos por la directora del Museo Carolina Desel y la técnica Montserrat Anglada, quien nos guió en la detallada visita, con la que entramos en contacto con la singularidad de la arqueología menorquina que se hacía patente en cada vitrina y consiguiente explicación. Terminada la visita el Museo tuvo la amabilidad de invitarnos a una cerveza local de marca propia, Talayótica, y con este aperitivo y un corto paseo nos dispusimos a reponer fuerzas con nuestra primera degustación de la gastronomía menorquina en el restaurante Ses Culleres.
Sin más dilación nos trasladamos al Poblado de San Agustí acompañados por el arqueólogo Borja Corral, quien con sus interesantes explicaciones nos introdujo de lleno en el mundo talayótico, con los talayots, viviendas y recintos de taulas de San Agustí.

Talayot de Sant Agustí, Es Migjorn (Foto Andrés Carretero)
A continuación, visitamos Cales Coves, preciosa cala ocupada desde la prehistoria, con una necrópolis talayótica con cuevas e hipogeos excavados en los mismos acantilados (que siglos más tarde serían ocupados por los hippies) con establecimientos costeros de distintas épocas y fondeadero natural con manantial y pecio incluido, en cuya investigación habían participado en su momento algunos de los viajeros. Uno de los lugares de Menorca en los que se produjo el contacto con el mundo púnico y su vinculación con actividades comerciales.
El atardecer en Cales Coves con salida de la luna incluida puso punto final al denso programa que los viajeros habíamos cumplido desde que nuestro avión aterrizó en Maó.

Cales Coves, Alayor (Foto Belén Martínez)
Después del necesario descanso, al día siguiente comenzamos la jornada con la visita al Poblado costero de Cala Morell en Ciutadella. Esta visita estuvo acompañada por Toni Ferrer, especializado en la prehistoria y protohistoria de las Islas Baleares, con una larga trayectoria en el campo de la investigación, y que como director de la Agencia Menorca Talayótica es el responsable de gestionar los objetivos y cumplir los requisitos de la inscripción de Menorca Talayótica en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Cala Morell, subida (Foto Paloma Acuña)
Tuvimos el privilegio de conocer el yacimiento en proceso de investigación, no abierto al público, gracias a la amabilidad y las explicaciones del equipo de investigación dirigido por Damián Ramis y Malén Salas.

Cala Morell (Foto Belén Martínez)
El poblado, cuya situación en la cala y el camino de acceso son espectaculares, está delimitado por una muralla y cuenta, hasta el momento, con una docena de navetas de habitación y dos aljibes. Enfrente en el entorno, la impresionante necrópolis formada por un conjunto de catorce cuevas artificiales.

Cala Morell, necrópolis (Foto Yolanda Toribio)
Deslumbrados por esta visita a Cala Morell nos dirigimos a Ciutadella donde tras una primera toma de contacto en directo visitamos en el reciente e interesante Museu Can Saura la historia de la ciudad de la mano de su directora Majo León que, tras la pausa de la comida en el recomendable Espai Gastronomic, nos acompañó también en la visita de Son Catlar, uno de los poblados talayóticos más grandes de la isla y el único que conserva intacta su potente muralla, de una longitud de casi 900 m. que supera en algunos tramos los 3 m. de altura.

Museu de Ciutadella, vasos troncocónicos (Foto Belén Martínez)
En la construcción de los bastiones defensivos adosados y el sistema complejo de elementos como poternas, puertas, garitas, se evidencian conocimientos de la poliorcética púnica. En el interior del recinto amurallado, en los inicios de su excavación, se identifican tres talayots, un recinto de taula y una sala hipóstila. En la construcción de los bastiones defensivos adosados y el sistema complejo de elementos como poternas, puertas, garitas, se evidencian conocimientos de la poliorcética púnica. En el interior del recinto amurallado, en los inicios de su excavación, se identifican tres talayots, un recinto de taula y una sala hipóstila.

Son Catlar, muralla (Foto Belén Martínez)

Son Catlar, grupo en la puerta de la muralla (Foto Belén Martínez)
Y sin más dilación, expresión que repetimos en esta crónica porque define a la perfección el ágil ritmo de las visitas en estos cuatro días, nos trasladamos a la Naveta des Tudons. Se trata probablemente del monumento más conocido de la isla con un excelente estado de conservación y una situación que favorece su visibilidad y valoración. Toni Ferrer, que nos guió en su visita, nos explicó con es Tudons las características constructivas de las navetas, su carácter funerario colectivo, los ajuares y ofrendas que contienen los enterramientos.
Y así terminó la segunda jornada, en la que el ir y venir entre sitios arqueológicos nos iba dando una imagen cada vez más admirable y detallada de la isla y su bien conservada naturaleza, marcada por los muros de pedra seca y sus tancas de madera que delimitan las propiedades, la abundante vegetación en la que sobresalen los acebuches y el siempre presente mar en un armonioso paisaje tan diferente y alejado del destrozo que desgraciadamente caracteriza las poblaciones costeras de nuestro país.
El sábado salimos hacia Alaior acompañados de Simón Gornés, Doctor en Arqueología, experto no solo en la prehistoria menorquina sino también en museología y gestión del Patrimonio, que ha ido alternando su carrera como arqueólogo con cargos en el Gobierno de Baleares o el Consell Insular de Menorca, como Jefe del Servicio de Patrimonio Histórico o el actual de Conseller de Medio Ambiente.

Naveta des Tudons (Foto Andrés Carretero)
Guía infatigable en este tercer día, comenzó su misión acompañándonos ya en el autobús que nos llevaba hacia la primera parada en el yacimiento de Rafal Rubí compuesto por dos navetas funerarias, en un entorno inigualable.

Talayot de Rafal Rubí, Alaior (Foto Andrés Carretero)
A continuación, visitamos Torralba d’en Salort, uno de los poblados talayóticos más grandes y espectaculares de Menorca y también de los mejor conocidos, a lo que contribuye sin duda su espectacular recinto de taula y los hallazgos de las diferentes campañas de excavación que vimos en el Museu de Menorca.

Taula de Torralba d’en Salort (Foto Andrés Carretero)
En Torre d’en Galmés conocimos el gran poblado talayótico situado sobre una colina desde donde se tiene una perfecta panorámica de buena parte de la costa sur de la isla. Esta privilegiada ubicación sumada a su gran superficie hace pensar a los especialistas que este poblado ejercía cierta supremacía sobre el resto de los de la isla.

Poblado de Torre d’en Galmés (Foto Yolanda Toribio)
El yacimiento está formado por un gran número de construcciones, entre las que destacan sus tres talayots, numerosas casas de planta circular, el recinto de taula, una sala hipóstila, un sistema de recogida de aguas y hasta cuatro hipogeos funerarios. La zona está musealizada y cuenta con un centro de interpretación.

Torre d’en Galmés, circulo Cartailhac antes de la restauración (Foto IPCE)

Torre d’en Galmés, circulo Cartailhac después de la restauración (Foto IPCE)
Destaca el espacio conocido como el recinto Cartailhac que vale la pena comentar brevemente. La gestión del yacimiento de Torre d’en Galmés dependió hasta muy recientemente de la administración estatal. Esta situación permitió que en el año 2008 el Instituto del Patrimonio Cultural de España (Ministerio de Cultura), de acuerdo con la administración autonómica, destinase una fuerte inversión a la excavación y restauración del recinto Cartailhac para lo cual se convocó un concurso que fue adjudicado a una unión temporal de empresas especializadas en construcción y arqueología. Esto ya da una idea de la complejidad que supone la investigación arqueológica del mundo talayótico debido a sus características constructivas y la necesidad de contar con recursos y medios acordes a las dificultades específicas derivadas. En el caso que comentamos los recursos disponibles permitieron una amplia, rigurosa y rápida intervención, lo que dio como resultado la espectacular imagen actual del recinto restaurado y un gran avance en el mejor conocimiento de los poblados talayóticos.

Dolmen de Ses Roques Llises (Foto Margarita Pereda)
Después de comer fuimos al yacimiento de So na Caçana con recintos de taula y talayots, además de un poblado con casas y una necrópolis con gran número de hipogeos de enterramiento, fueron las visitas que enriquecieron la visión detallada de la arqueología de la isla que Simó Gornés nos ofreció a lo largo del día.

So Na Caçana (Foto Andrés Carretero)
Al día siguiente nos esperaba el desafío de un programa que comenzaba a las 8:30h de la mañana y terminaba en el aeropuerto de Maó tomando un avión de vuelta a la Península a las 22:00h.
Comenzamos con una visita, muy diferente al mundo talayótico omnipresente hasta entonces, a la Illa del Rei adonde nos trasladamos en catamarán por la bella bahía de Mahón, mientras nos iban ya informando sobre lo que veríamos a continuación: la Fundación Hospital del Rey.

Isla del Rey (Foto Belén Martínez)
Se trata de una pequeña isla situada en medio del puerto de Maó, codiciado históricamente por su situación en el Mediterráneo y sus óptimas condiciones a lo largo de sus seis km. de recorrido. Sobresalen las diferentes etapas de la dominación inglesa a la que se debe la construcción del edificio destinado a hospital para atender a su armada y al que hoy una Fundación privada dedica sus esfuerzos para la rehabilitación y conservación de la construcción hospitalaria en la que se contextualizan y relatan la historia del lugar y del puerto de la ciudad.

Hospital del Rey (Foto Fundación Hospital del Rey)
La Fundación, presidida por Luis Alejandre Sintes, desarrolla un ejemplar proyecto con patrocinadores y voluntarios que hacen posible la recuperación y recogida de objetos y colecciones así como la organización de actividades acordes con sus fines, lo que atrajo a la isla el establecimiento del prestigioso centro de arte Hauser & Wirth Menorca, que ha recuperado a su vez una serie de dependencias convirtiéndolas en espacios expositivos donde se exhibía en ese momento una importante exposición de Chillida.
Completando el interés de la visita a la isla están los restos de un yacimiento romano y una basílica paleocristiana, el valor medioambiental de la vegetación autóctona y las vistas del paisaje del entorno.

Illa del Rei, refrigerio (Foto Victoria de la Fuente)
Con el agradable ambiente de los numerosos grupos de visitantes de distintas nacionalidades y los voluntarios realizando sus trabajos, la Fundación nos ofreció un aperitivo con ricas cocas menorquinas con lo que terminamos esta visita trasladándonos de nuevo en el catamarán al puerto de Maó donde nos esperaba el siempre reparador almuerzo en el restaurante Mediterraneum.
Podía parecer que el viaje iba tocando a su fin, pero todavía nos quedaban dos interesantes visitas: a los poblados de Cornia Nou y Talati de Dalt, y una grata sorpresa, que nos acompañaría de nuevo Toni Ferrer.
Cornia Nou tiene uno de los talayots más impresionantes de Menorca con una sorprendente escalera al piso superior. En el conjunto, actualmente en proceso de excavación, han aparecido una gran cantidad de herramientas destinadas al procesamiento de alimentos.

Cornia Nou (Foto Belén Martínez)
La zona arqueológica de Talatí de Dalt, formada por un poblado talayótico y una necrópolis de cuevas artificiales, es una de las más emblemáticas de la isla, por la buena conservación y por su peculiar taula.

Taula de Talatí de Dalt, con Toni Ferrer (Foto Teresa Lázaro)
Además de la intensa inmersión en el mundo talayótico de Menorca, con la visión en directo de los yacimientos y la excepcional información y conocimientos que nos transmitieron los expertos que nos acompañaron, aprendimos muchas otras cosas en estos días. Como ya comentamos el ir y venir entre yacimientos nos dibujó una imagen muy certera de Menorca y sus propios contrastes se hicieron patentes a pesar de sus reducidas dimensiones.
Lo primero que sorprende es la diversidad de la isla, la singularidad que mantiene en la ordenación del territorio y su aprovechamiento. Norte y sur son diferentes en geología, hidrología y relieve, en suelos y vegetación, en usos agrícolas y ganaderos. Como es natural estas características marcaron su poblamiento y sus componentes culturales.
La secuencia cronológica se establece a partir de la evidencia más antigua de presencia humana estable hacia el 2.500 a.C., denominada Primeros Pobladores, un Talayótico inicial entre el Bronce final y la primera Edad del Hierro, el Talayótico final en la segunda Edad del Hierro, los contactos con agentes púnicos, la conquista romana y el proceso de romanización. Etapas todas ellas que vimos bien representadas sobre el terreno de la mano de los mejores expertos. Aunque como era de esperar los talayots, con sus poderosas estructuras troncocónicas de técnica ciclópea, así como las enigmáticas taulas, fueron los grandes protagonistas del apasionante relato arqueológico.
Se han inventariado 393 talayots en toda la isla, concentrados especialmente en la mitad sur, coincidiendo con el mayoritario asentamiento de la población. Desde el s. XVIII su estudio ha dado lugar a muchas propuestas interpretativas. Diversidad funcional y cronológica, ritual o simbólica, espacios religiosos, construcciones defensivas y de vigía, actividad cohesionadora de la comunidad, elementos de prestigio… todos estos factores y caracteres son citados por los especialistas, pero la escasez de excavaciones y de investigación hace por el momento difícil su conocimiento en profundidad y las conclusiones sobre su significado.
En cualquier caso, en palabras de Toni Ferrer, parece indudable la consideración de los talayots como marcadores territoriales que eligen su situación en relación con la visibilidad del territorio y la creación de conexiones visuales entre los yacimientos. Se crea así un espacio controlado, dominado, humanizado y delimitado. Los talayots con su presencia en el paisaje expresaban la ideología, evocaban la memoria y construían identidad.
Otra particularidad de Menorca es que los yacimientos arqueológicos en su gran mayoría están en propiedades privadas lo que plantea serios condicionantes a las sucesivas fases de excavación e investigación, conservación, puesta en valor y posterior gestión de su visita. Complejas negociaciones y acuerdos con los propietarios que las autoridades competentes han realizado con gran éxito, aplicando las fórmulas más adecuadas en cada caso en las que ambos agentes comparten o se reparten la gestión de las múltiples tareas con óptimos resultados como hemos podido comprobar a lo largo de estos días. Sirva también de ejemplo la útil aplicación de la tecnología a las tradicionales tancas de madera con acceso mediante código y apertura electrificada o la utilización del ganado de las propiedades para mantener limpios los terrenos.
Un aspecto a tener en cuenta, claramente activo y visible hoy en día es el enorme impacto de la construcción de los talayots en los terrenos aledaños dada la enorme acumulación de piedras cuyo aprovechamiento constructivo debió mejorar el potencial agrícola del terreno. Sirva de ejemplo el caso bien estudiado de Cornia Nou, cuya construcción habría liberado 10 ha de terreno para uso agrícola.
Viniendo del reciente verano en la Península tuvo un efecto balsámico el encontrarnos con un lugar menos sobrexplotado turísticamente, menos destrozado en arquitectura y desarrollo urbano, con un medio ambiente y una naturaleza bien conservada y cuidada. En resumen, una bellísima isla con un extraordinario patrimonio material e inmaterial que le otorga una valiosa personalidad e identidad propia.

Menorca boscosa (Foto Andrés Carretero))
Habría muchas más cosas que comentar, resaltar, que contar del viaje a un lugar con un contenido temático tan especial como es Menorca y su arqueología. También muchas anécdotas que lo hicieron tan entretenido y divertido. La distribución en dos microbuses hizo indispensable el recuento constante de quien iba en cada uno ante los inevitables cambios que se sucedían y, misteriosamente, el intercambio de cifras muy rara vez coincidía con la totalidad de los viajeros. Y ya que hablamos de ello un enorme agradecimiento a Toni Mora, propietario de la empresa de autobuses que nos transportó en persona a diario por el laberintico programa y nos acompañaba en las visitas a los yacimientos, con lo cual además de que ya era uno de los mejores conocedores de la isla ahora también es un experto guía arqueológico. Damos las gracias a los cargos de contadores (Angeles y Santiago), relojera (Concha) y pastora (Vega), responsables de cumplir el horario del programa a rajatabla y de pastorear a los 40 viajeros y que no se quedaran retrasados en el interior de talayots, navetas y demás escondrijos.
Una vez más los viajeros fueron amables, atentos, comprensivos, generosos, puntuales y disfrutones de cada momento. También incansables incluso cuando el programa era agotador. Muchas gracias a todos.