Una crónica del viaje

A las puertas de la primavera nuestra Asociación de Amigos (AMAN) organizó un nuevo viaje para sus socios. Como siempre se dedicó mucha atención a la elección del destino con la intención de que cumpliese los objetivos que AMAN tiene para organizar sus viajes arqueológicos: además de su interés arqueológico per se, que su temática ofrezca novedades derivadas de la investigación más actual, que se pueda contar con expertos para su mejor conocimiento y comprensión, que sea un viaje cómodo a un lugar que además ofrezca un complemento interesante de paisaje, ciudad y patrimonio, y así se eligió el conjunto de los dólmenes de Antequera. El equinoccio de primavera aportaba además valor añadido al interés de los aspectos de cosmovisión.

Llegamos a Antequera a la hora de cenar porque Renfe decidió por su cuenta cambiar la hora de los billetes, y menos mal porque también por culpa de Renfe estuvimos a punto de cenar en Atocha y no llegar a ninguna parte. Gracias a la firme actuación del grupo y a pesar de Renfe, conseguimos realizar el viaje y no perdernos el madrugón del día siguiente para estar en el dolmen de Viera a las 7 de la mañana dispuestos a ver salir el sol… por Antequera!

Allí nos esperaba Bartolomé Ruiz, persona clave en el mundo del Patrimonio andaluz y el mejor experto en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, que dirigió hasta muy recientemente, quien nos guio en la visita de los tres monumentos, los dólmenes de Menga y Viera y el tholos de El Romeral, terminando el recorrido en el Museo del sitio.

No es posible resumir todo lo que nuestro excepcional guía nos enseñó, desde el origen, el descubrimiento y los estudios de los dólmenes, los avatares de su conservación a lo largo de los siglos, el proceso de investigación e interpretación, la recuperación del paisaje, el proceso de la inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial. Nos acompañó en la visita la nueva directora del CADA, Carmen Mora, a la que deseamos el mayor de los éxitos en su nueva etapa profesional, en un cargo que probablemente sea uno de los más envidiados por los arqueólogos.

De todo ello podemos destacar la rigurosamente científica y reciente explicación de la cosmovisión, tantas veces relegada al mundo de la leyenda y de los visionarios. A pesar del amanecer en un cielo nublado fuimos testigos, sorprendidos y emocionados, del impacto de la entrada de la luz en el corredor del dolmen de Viera y del tholos de El Romeral.

La mañana terminó con la visita a la iglesia del Carmen con su espectacular retablo barroco y después de comer nos acercamos a visitar la Alcazaba, tan bella en sí misma y grandioso mirador a la ciudad.

Esa tarde unos, y otros el sábado por la mañana, visitamos el interesantísimo Museo de la Ciudad de Antequera en el Palacio de Nájera, que continúa el relato histórico de la ciudad con una riquísima colección de la etapa romana en la que brilla con luz propia el bellísimo Efebo de bronce, así como los materiales de la villa romana de la Estación.

Nos sorprendió la riqueza patrimonial y la impecable conservación de los palacios, iglesias, conventos y viviendas en una ciudad viva y animada, bien pavimentada e iluminada, que valora y se identifica con sus bienes patrimoniales, lo que repercute muy positivamente en su atracción como destino turístico.

Los bien elegidos hoteles y su situación en la céntrica Plaza del Coso Viejo, facilitaron el pasear por la ciudad y disfrutar de su rica gastronomía, incluidos los deliciosos dulces conventuales.

El domingo lo dedicamos a visitar el espacio natural de El Torcal, un paisaje kárstico espectacular en el que recorrimos una de las tres sendas marcadas, un itinerario a veces complicado pero que nos sumergió en un mundo de caprichosas formaciones rocosas, acompañado de una singular flora y fauna ¡como las cabras que posaban como modelos bien entrenadas!

Después de comer en pleno Torcal nos trasladamos a la estación de AVE de Santa Ana desde donde volvimos, esta vez sin sorpresas, a nuestra vida habitual después de un buen fin de semana inmersos en un pasado de 6.000 años que sin duda ya forma parte de nuestros recuerdos, con la Peña de los Enamorados alzándose en la vega antequerana grabada para siempre en nuestra retina.

Una vez más el éxito del viaje se debe a las personas que lo organizaron con tanta dedicación y al grupo de cuarenta viajeros, dispuestos a disfrutar poniendo buena cara a todo, amables, simpáticos y deseosos de aumentar su ya elevado nivel de conocimiento de la arqueología de nuestro país. A todos ellos muchas gracias por acoger con tanto interés las propuestas de AMAN y hasta la próxima cita en el mundo visigodo extramuros de Toledo.